La iboga es un arbusto originario de Gabón (África). La ibogaína es un alcaloide psicodélico que se encuentra de forma natural en el arbusto de la iboga (Tabernanthe iboga), así como en otras plantas de la misma familia. Podría decirse que es el psicodélico más potente que conoce actualmente la humanidad.
¿Cómo es la experiencia con iboga/ibogaína?
La experiencia con iboga/ibogaína es posiblemente la más intensa de todas las psicodélicas, y puede durar 24 horas o más. Durante un viaje de iboga, los participantes pueden quedar completamente incapacitados físicamente; a menudo se producen poderosas percepciones y visiones de naturaleza arquetípica. El uso recreativo es casi inexistente, porque la experiencia puede ser extremadamente desafiante, tanto física como psicológicamente. La ibogaína se utiliza casi exclusivamente en un entorno terapéutico, para el tratamiento de adicciones o el desarrollo personal.
Breve historia del iboga/ibogaína
La iboga se ha utilizado durante siglos con fines rituales, espirituales y medicinales entre la tribu Bwiti del país africano de Gabón. A principios de la década de 1960, un occidental llamado Howard Lotsof descubrió que la ibogaína tiene potentes propiedades antiadictivas, especialmente en relación con el tratamiento de la adicción a los opiáceos. Más recientemente, la ibogaína sigue ganando reconocimiento internacional por estas propiedades contra la adicción.
La ciencia de la iboga
Farmacología
Los aspectos químicos y fisiológicos de la ibogaína aún no se conocen en su totalidad. Al igual que otras sustancias psicodélicas, como la DMT y la psilocibina, la ibogaína se asemeja a la serotonina en cuanto a su estructura. La ibogaína posee una afinidad específica por varios sitios de unión dentro del sistema nervioso central, incluidos los receptores opioides, nicotínicos, kappa y NMDA (N-metil-D-aspartato). La ibogaína actúa sobre una amplia gama de sistemas neurotransmisores, a menudo de forma paradójica. Los estudios indican que no parece ser un agonista dopaminérgico u opioide de manera convencional.
Uso terapéutico
En cuanto a la notable eficacia de la ibogaína en el tratamiento de la adicción, especialmente la adicción a los opioides, los estudios han demostrado que la ibogaína tiene efectos dopaminérgicos. La ibogaína no se une a los receptores dopaminérgicos ni afecta a los sistemas de transporte de dopamina, pero las investigaciones indican que reduce las concentraciones de dopamina y aumenta los metabolitos dopaminérgicos. Múltiples estudios en laboratorio han demostrado que la ibogaína reduce significativamente el comportamiento adictivo y elimina los síntomas de abstinencia. A menudo, sólo es necesaria una sesión de tratamiento con ibogaína para romper un ciclo adictivo, aunque a veces son necesarias varias sesiones. Al igual que ocurre con otros psicodélicos, la experiencia con la ibogaína suele ser profundamente personal y opera a un nivel terapéutico, además de farmacológico. Cada vez hay más pruebas que demuestran que, en comparación con las modalidades convencionales para el tratamiento de la adicción, la tasa de éxito de la ibogaína es exponencialmente superior.
Seguridad de la iboga
Aunque la mayoría de los psicodélicos conllevan relativamente pocos riesgos, la iboga/ibogaína es una notable excepción. El iboga y la ibogaína nunca deben tomarse sin autorización médica y supervisión profesional. Aunque la sustancia es una herramienta increíblemente potente para el tratamiento de la adicción y para la transformación personal, existen algunos peligros muy específicos asociados a la ibogaína. Su uso inadecuado puede provocar lesiones graves e incluso la muerte.
Seguridad física
Las personas con afecciones cardiacas preexistentes, alteraciones de la función hepática o renal no deben tomar iboga o ibogaína bajo ninguna circunstancia. Según la Global Ibogaine Therapy Alliance (GITA), se recomienda encarecidamente un examen médico completo y una autorización médica antes de iniciar el tratamiento. Se han notificado numerosos casos de muertes asociadas a esta sustancia, y casi todos estaban relacionados con afecciones médicas preexistentes, o con el consumo de iboga/ibogaína sin la supervisión adecuada. La iboga y la ibogaína también son peligrosas si una persona experimenta fuertes síntomas de abstinencia relacionados con ciertas sustancias, incluyendo (pero no limitadas a) alcohol, benzos (benzodiacepinas) y metadona. Las personas adictas deben someterse a una desintoxicación completa antes de iniciar un programa de tratamiento con iboga. La iboga también “restablece” la tolerancia de una persona a otras sustancias, especialmente a los opiáceos. Esto significa que el riesgo de sobredosis con otras sustancias aumenta exponencialmente tras consumir iboga.
Seguridad psicológica
Al igual que otros psicodélicos, la iboga puede suponer un reto psicológico y puede provocar que aflore una psicosis latente en algunos individuos vulnerables. Las personas con antecedentes de psicosis o enfermedades mentales graves, como esquizofrenia y trastorno bipolar, deben tener mucho cuidado con cualquier psicodélico, incluido el iboga. Revela siempre cualquier historial de trastornos mentales (personales y familiares) a un profesional cualificado antes de iniciar el tratamiento. Para más información sobre seguridad psicodélica y reducción de daños, consulta la guía general y las recomendaciones de seguridad de Psychedelic Experience.