El cannabis, también conocido informalmente como ganja, hierba o marihuana, es una planta con flores originaria de Asia. El cannabis no es un psicodélico clásico, pero sus propiedades medicinales y de expansión mental hacen que se le suela agrupar junto a los psicodélicos. Los componentes psicoactivos del cannabis, llamados cannabinoides, son el THC y el CBD. Estos componentes son exclusivos del cannabis y no se encuentran en ninguna otra planta.
¿Cómo es la experiencia del cannabis?
El cannabis puede fumarse, ingerirse en alimentos, vaporizarse o aplicarse tópicamente en forma de aceite. La experiencia del cannabis es muy variada y depende de muchos factores diferentes, como la variedad de cannabis (las diferentes variedades tienen diferentes proporciones de THC y CBD), la dosis, el entorno y la química corporal. En general, la euforia, la relajación, la risa, la mejora del estado de ánimo, la mejora sensorial y el aumento de la creatividad son reacciones positivas comunes al cannabis. Las reacciones negativas pueden incluir paranoia, disociación, despersonalización, pérdida de memoria, confusión y letargo.
Breve historia del cannabis
El cannabis se utiliza en todo el mundo desde hace milenios. La planta de cannabis, también conocida como cáñamo, tiene muchas funciones diferentes, entre ellas la textil, la alimentaria, la medicinal y la espiritual. Aunque la planta es originaria de Asia, actualmente crece en todos los continentes, a excepción de la Antártida. Aunque sus beneficios terapéuticos y medicinales están bien documentados, el cannabis ha estado prohibido en la mayoría de los países desde principios del siglo XX. En las últimas décadas, el creciente reconocimiento de la eficacia del cannabis en el tratamiento de muchas afecciones, como el dolor crónico y la enfermedad de Parkinson, ha dado lugar a una ola de despenalización y legalización. A partir de 2021, cada vez más regiones de todo el mundo, incluidos muchos estados de EE.UU., siguen reconociendo los beneficios del cannabis. El ritmo de legalización y normalización va en aumento.
Seguridad del cannabis
En términos de seguridad general, el cannabis es relativamente seguro en comparación con la mayoría de las sustancias.
Seguridad física
La cantidad de cannabis necesaria para causar toxicidad en humanos es extremadamente alta, lo que significa que es casi imposible sufrir una sobredosis de cannabis. Algunas pruebas sugieren que el cannabis puede estar relacionado con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, pero la investigación en este ámbito no es concluyente. Fumar cannabis con regularidad puede agravar los problemas respiratorios y provocar cáncer de pulmón, aunque los cannabinoides también tienen propiedades anticancerígenas cuando se aíslan y se consumen por otros métodos. Existen pruebas de que el cannabis puede tener efectos perjudiciales para el desarrollo del feto, por lo que las mujeres embarazadas y lactantes deben evitarlo. Los consumidores de cannabis a largo plazo a veces desarrollan el síndrome de hiperémesis cannabinoide, una afección caracterizada por náuseas intensas, calambres, vómitos y una compulsión a tomar baños calientes. El síndrome remite con el cese del consumo de cannabis.
Seguridad psicológica
El consumo crónico de cannabis puede provocar una disminución de la función cognitiva, aunque normalmente se puede recuperar la función completa tras un periodo sostenido de abstinencia de cannabis. Una excepción es el consumo continuado de cannabis durante la adolescencia, que puede provocar problemas cognitivos a largo plazo. Existen pruebas contradictorias sobre el uso del cannabis para la ansiedad y la depresión. Algunos estudios han mostrado una mejoría en los consumidores de cannabis, mientras que otros han demostrado una exacerbación de los problemas de salud mental. El consumo crónico de cannabis también puede aumentar el riesgo de psicosis, pero no se ha demostrado una relación causal directa.
Ciencia del cannabis
Farmacología
Los principales componentes del cannabis son unos compuestos terpenofenólicos llamados cannabinoides. Los cannabinoides funcionan como agentes protectores de la planta contra los parásitos. El cannabis tiene más de 100 cannabinoides, incluyendo CBD (cannabidiol), THC (delta-9-tetrahidrocannabinol), CBN (cannabinol), CBC (cannabicromeno) y CBG (cannabigerol). Muchos de los cannabinoides no son psicoactivos pero tienen otras cualidades terapéuticas. El THC es el principal cannabinoide psicoactivo del cannabis.
A diferencia de los psicodélicos clásicos, que interactúan con los receptores de serotonina del cerebro, el cannabis interactúa con dos receptores cannabinoides, el CB1 y el CB2. Los receptores cannabinoides se encuentran en el sistema nervioso central del cuerpo y también en el sistema inmunológico. También existe cierto nivel de interacción entre el cannabis y los receptores de dopamina y los agonistas opioides.
Uso terapéutico
Los numerosos beneficios medicinales y terapéuticos del cannabis están bien documentados, y constantemente surgen aplicaciones adicionales. Existe un sólido conjunto de pruebas que respaldan el uso del cannabis para los vómitos y las náuseas en pacientes con cáncer sometidos a quimioterapia, así como el tratamiento de la pérdida de apetito y el síndrome de desgaste en pacientes con VIH y cáncer; el tratamiento de la esclerosis múltiple (EM), el dolor neuropático y crónico de la fibromialgia, la neuralgia post-herpética y otros. Los estudios actuales también están investigando pruebas prometedoras sobre el uso del cannabis para tratar los síntomas de la enfermedad de Crohn, el síndrome de Tourette, el síndrome del intestino irritable (SII), las lesiones medulares, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno por estrés postraumático (TEPT), el glaucoma, las migrañas, la ansiedad y la epilepsia.